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miércoles, 24 de agosto de 2016

Su sino

Perdido y asustado
miró para todos lados.
Se sentía solo, deprimido
y agobiado;
su pasado
le era esquivo,
le era desconocido.
Creyó caminar por parajes inhóspitos.
Miró las lagunas de una infancia olvidada.
Miró los arboles que no recordaba escalar.
Miró los pájaros que perseguía
 y no le recordaban.
Se miró en una charca y vio su rostro agotado
por el paso del tiempo,
por su inclemente vida.
Se pasó los dedos por los surcos de su cara
y vio que no se reconocía, que no sabía quién era.
Miró el largo horizonte y buscó su hogar,
el problema es que no sabía si lo tenía;
y si realmente alguna vez lo había tenido.
Sin darse cuenta pasaron los años y seguía
en el mismo sitio, en el mismo punto del camino;
aguantando la fría lluvia
y al caluroso sol.
Él, pesaroso y dubitativo, se dio cuenta de su sino,
su vida no era la de un ser humano,
sino la de una estatua.

(Imagen Pixabay)

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