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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Ensoñaciones perdidas en lectores perdidos

Tendido en suelos perdidos,
en baldosas vacías
de superficies solidas.
Vasos medio llenos
con agujeros perpetuos,
sed saciada a pesimistas
de ley.
Cráteres rellenos
de ilusiones en momentos
tristes; terremotos
que remueven a los 
corazones para vivir
los sueños robados.
Palabras que se convierten
en arte,
palabras que se convierten
en vida,
letras que se convierten
en alimento
que acaban con el hambre.
Gatos que aman los tejados,
gatos que vigilan
que los perros
siempre les acompañen,
ratones que se asoman a los sumideros
y ven como la luna
ilumina el pelo de seda de los felinos;
se vigilan mutuamente
saben que uno es parte
del otro,
siempre querrán jugar al ratón y al gato.
Letras que se juntan
y cuentan relatos,
cuentan poemas,
hablan de todo
y hablan de nada;
pero que alegran el alma.
Poemas que se acaban
por qué el canto
llamó al manto,
para que este poema
se acueste en el
corazón
del 
lector 
que todo esto presenció.

RJHR

jueves, 24 de noviembre de 2016

Guerras eternas


Tambores de alegría
en países sin victoria,
cornetas y redobles,
uniformes engalanados.
Llantos e injurias
en esquinas oscuras,
miedo, recuerdos;
almas que no olvidan.
Calles de sangre,
edificios sin gente,
esqueletos de hermosos pasados;
impera el odio y el escarnio.
Todos quieren sangre,
todos quieren victoria
pero ninguno quiere la paz.
Los grandes piden soluciones,
obviando sus implicaciones;
niños que cruzan desiertos, mares
y fronteras solo encontrando
indiferencia.
Guerras eternas en las que se pide la intervención de cualquier dios,
pero en las que solo el ser humano
tiene el remedio para que acabe el odio.

viernes, 18 de noviembre de 2016

A las puertas de la paternidad


Varado en el sino
de mi corazón perdido,
estólido,
atolondrado;
perdidamente enamorado.
Noches sin sueño,
noches de encanto,
observando tu respiración
en tu descanso.
Preocupaciones y miedos,
eternas dudas
en mi vida.
Mi alma,
mi corazón
y mi felicidad
es tuya.
Mi fin y mi consuelo
es que tu vida
sea siempre tranquila.
Pues mi sangre
es tu sangre
y cada instante
a tu lado,
mi regalo.

A mi querida hija Leyre María

sábado, 12 de noviembre de 2016

Poema maldito



Versos de arena,
palabras de agua y fuego,
letras con alma, respiración y llanto.
Canciones varadas en puertos
sin descanso,
sin remanso.
Espiritualidad buscada
en rincones de desencanto,
brutalidad y desgarro.
Libros sagrados,
libros prohibidos
todos con verdades y falsedades.
Vida que renace y se deshace
en mundos cambiantes,
en mundos mal sonantes.
Reyes que gobiernan
sin coronas,
reinos malditos
por su linaje
y por su libertinaje.
Servidumbres cansadas
de futuros sin destino,
de cunetas rebosantes de lágrimas
y recuerdos perdidos.
Verdades cambiantes,
verdades en cada instante,
en cada sorbo de amores
cortantes.
Vidas fascinantes
con enfermedades constantes
y eternidades huidizas.
Palabras flotantes
de páginas resbaladizas,
de estilográficas sin tinta.

jueves, 10 de noviembre de 2016

El nuevo líder

Alzado en el púlpito
miraba al público
allí presente.
Todos le admiraban,
todos le respetaban,
no por lo que fuera,
ni por lo que hubiera sido,
si no por lo que es
y representa.
La gente se impacientaba,
unos incluso se desmayaban,
todos querían tocarlo
y mirarlo de cerca.
Sabían que con él serían mejores,
estarían más seguros
y con más ánimo.
De repente, salió un hombre
de detrás del escenario
se acercó al púlpito
y cogió ese montón de dinero;
se marchó, no sin antes decir,
este montón de dinero
ahora es vuestro líder.
La gente rompió en gritos
de viva el líder,
el clamor fue unánime.

martes, 8 de noviembre de 2016

El reloj

Pausado, miras ensimismado

el reloj,

viendo como el segundero

avanza impasible,

como el minutero

le sigue con paso cansado

y como la hora

marca de un tajo

que tu tiempo ya ha pasado;

y este con sorna te indica

que los segundos, los minutos

y las horas que has observado

jamás te serán devueltas.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Adiós arroyo, le decía el oso



Tedioso era ser uno oso
y eso que era bien soso,
caminando cansado
se dirigía al arroyo;
apesadumbrado y abrumado
vio que no había más osos,
ni siquiera peces,
ni salmonetes.
Solo había misteriosos
tipejos, todos con cañas,
y cestas rebosantes de pesca.
Intentó asustarlos,
con sus garras y sus dientes
pero no recibía más que risas
y aplausos.
¿Es qué me han tomado por un circense?,
pensó el oso,
¿a caso soy un payaso?,
mirando de arriba abajo
diluyó tamaña idea.
Será que no me han entendido,
asumió extrañado;
se levantó
y soltó un fuerte gruñido,
pero lo único que consiguió
fue que le echaran alguna foto.
Sorprendido posó
y pensó ¿de dónde salió
esta gente?.
Vio que volvía a la cueva
sin probar bocado
de tan suculento pescado
y tomó por cuenta su última idea,
que no era otra que tumbar
de un manotazo a tan particular
gentío.
Miró a su víctima,
un hombre enclenque y refinado
pero que tenía un montón de pescado,
de un ligero golpe lo tumbó
y cayó al suelo desplomado,
no sin antes escucharle decir
que no le había dado tiempo a grabarlo.
Abrumado, el oso decidió volver adentrarse
al bosque, era mejor morir de hambre
que seguir en este mundo de majaretas.

El alma del monstruo

Tras un duro día se recostó en su sillón de piel, mientras lo acariciaba pensó lo que le costó tapizarlo; cómo gritaba el humano, recordaba entre carcajadas. De repente pasó un gato, negro como su alma; él le golpeo con la mano, ve a otro a darle mala suerte, le dijo con mirada maliciosa. Miró al suelo y vio los cadáveres de sus víctimas; tenía hambre, se respondió. Miró por el ventanal y vio a niños disfrazados de él, pidiendo chucherías; sin darse cuenta brotaron lágrimas de sus ojos, y se preguntó, ¿por qué tengo que ser yo el malo?, no encontró respuesta. 

(Imagen Pixabay) ( Relato para monstruoscopia)

Una maleta llamada libertad

Perdido y asustado, siento como me deshidrato, hace días que surco la mar en una maleta de nylon, en una maleta de sueños.
Todo comenzó hace unos días cuando embarcamos en una patera, con el sueño de empezar una vida mejor; sabía que tardaría décadas en pagar mi deuda a la mafia y que seguramente jamás volvería a ver a mi familia en la vida, pero debía arriesgarme, debía intentarlo; todo era mejor que la guerra, todo era mejor que la muerte en un país que ya no puedo llamar hogar. Me había convertido en un emigrante sin patria, en un emigrante que solo recordaba su país antes de que el odio y la sangre destrozaran aquello que llamaba mi vida.
Embarcamos en aquella patera con la ilusión de que la mar estaba en calma, pero cómo nos engañó la vida. En cuanto dejamos de ver la costa, la mar cobró una violencia inusitada, una rabia contenida y volcada sobre nosotros; que solo queríamos una oportunidad. La patera se hundió, vi como muchos murieron y otros, como yo, se agarraron donde podían, para salvar la vida.

De repente un haz de luz, ¿un guardacostas?, ¿quizá el billete a la libertad?. 

(Imagen Pixabay) (Relato para ENTC) 

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Homenaje a Dylan Thomas

El infierno era tu musa,
el alcohol quién te susurraba
los versos que removían el alma.
Tu voz, el arma; 
con ella conducías la letras 
que dieron
aliento y divertimento, 
a los valientes y a los inocentes
que lucharon en el lugar
en el que te prohibieron estar.
Un torrente de güisqui,
graznido de intelectualidad y genio.
Llanto y magia,
surrealismo y lírica,
palabras que hiciste arte,
palabras que hiciste vida.
Lamento y pobreza,
desconfianza en tu genio,
desconfianza en la vida.
Dieciocho güisquis te llevaron al cementerio,
dieciocho güisquis te hicieron eterno.