Y los miro desde la ventana, pensando que en algún momento todo volverá a la normalidad, cuando las risas sustituyan a los miedos.
Lugar donde disfrutar de la calma de un poema que te haga pensar, de un relato que te intrigue o de un microrrelato que te desoriente.
viernes, 24 de abril de 2020
El primer, primer paseo
Asomado a la ventana veo a los niños salir a jugar. Todos muy separados, mirándose con recelo como si hubieran sido enemigos de guerra. Y andan mirando de reojo a sus madres, viendo que su mirada sea de aprobación. Prueban a empezar a trotar como si fuera la primera vez, como si lo que pisaran fuera fuego, y pasan los segundos y los minutos y se dan cuenta que es el mismo suelo que han pisado mil veces. Se vuelven a mirar los niños y ya no se ven como al principio ahora se ven como fueron siempre, niños; algunos amigos, otros conocidos pero todos sienten algo, todavía sienten algo de miedo.
domingo, 19 de abril de 2020
Dolores del pasado
Le miró a los ojos, sentía sentimientos contrariados, sabía que no era de fiar, sabía que en cualquier momento se la jugaría; o tal vez no. Tantos años conociéndose le había servido para no fiarse, pero la vida era así te hacía jugar; y un virus les había llevado a estar confinados. En cierto modo mentía ya que llevaban tiempo conviviendo por causas ajenas al virus; la vejez era realmente lo que los había llevado allí, una vida demasiado rápida y una deshumanización galopante los había sumido a la catalogación de trastos inutiles para la sociedad y sus hijos. Él no se sentía así pero la gente se lo había impuesto y ahora le tocaba estar allí, con él. Era verdad que contando a cuidadores y otros compañeros de residencia eran unos cuantos más de dos. Pero a él no le quitaba el sueño los demás, ni siquiera el virus; hacía tiempo que había abrazado el dulce sueño de la muerte. Era cierto que la había deseado pero ya no podía morirse, ahora no. Él sabía qué había pasado aquel día en el prado, él podía decirle si aquella bala perdida venía del bando enemigo, seguramente sabía algo.
(Imagen pixabay)RJHR
martes, 14 de abril de 2020
La Soledad y la nieve
Sentado en el sillón veo por la ventana como caen los copos de nieve, veo como bailan al son del ritmo del viento; como una fina melodía, como esas tristes canciones que te estrujan el corazón. El suelo se cubre bajo un manto blanco, y se disipa ese triste gris de la calzada y la acera. Los niños invaden la calle, abrigados hasta que solo se ve ropa con ojos; corren y revolotean, cogen la nieve y ríen. Algunos amontonan la nieve y comienzan a formar un muñeco; la retocan y la aglutinan y de una masa blanca y sin forma comienza a surgir algo humano, algo con sentido. Lo admiran, se ríen y lo arreglan. La magia se hace ante sus ojos lo siento. Ya tiene vida, ya tiene alma y los niños lo ven, le hablan y juegan con él. Pero la noche llega y las madres les reclaman y el muñeco se queda solo, y la nieve sigue cayendo. El muñeco se convierte en otro ser, sin cuerpo y sin alma. Aun así, yo lo miro desde mi sillón, desde mi casa que es mi celda. Yo le velo, yo le rezo.
El rosal
El rosal desnudo
no florecerá en primavera.
Como un gigante
muestra sus ramas al aire,
de color verdoso,
con signos de vida;
tímida
pero vida.
El rocío de la mañana
humedece su manto de tierra
y las lluvias de abril
intentan dar brío a su ser.
Pero se niega,
vaya si se niega
a dar rosas esta primavera.
(Imagen Pixabay) RJHR
lunes, 13 de abril de 2020
Confinado
Sentado en el balcón
arrullo al viento,
que acaricia mis brazos.
Le susurro con calma
palabras de aliento
a un corazón desangelado.
Siento sus lágrimas
en forma de lluvia
que caen sobre mí.
No le dejo solo,
no le suelto
ni un momento,
siento su pena
como si fuera mía.
Surca las calles desiertas,
buscando gente
a la que acariciar el alma.
Oye asustado las sirenas
y golpea las ventanas
de los hospitales
abarrotados de gente,
viendo como ángeles de verde
corren sin descanso;
intentando
llegar a todos lados.
Y él, sin entender nada,
se enrabieta como un niño.
Sin saber porqué,
sin comprender el motivo.
Y yo le arrullo,
y le consuelo
y le susurro que algún día
volverá acariciarnos.
(Imagen Pixabay) RJHR
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