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miércoles, 3 de agosto de 2016

Falta de fe

Estaba sentado en su sillón como cada día de trabajo, con la vista pegada al ordenador y martilleando las teclas sin compasión. Suspiraba. Otro día más; relataba con queja pero no podía, no quitaba los ojos del monitor, viendo como su vida pasaba mientras revisaba cuentas sin parar, pensando en todos los gozos que viviría tras tantos años de sacrificio. De repente vio la luz, un agujero enorme surgía del techo y una ráfaga de luz natural lo cegaba, tras ella una silueta se acercaba; el pobre hombre asustado, creía que era Dios, se puso a rezar.
Unos minutos antes unos albañiles picaban el techo, estaban arreglando una gotera; el jefe de obra les dijo que pusieran una malla en el falso techo por si caía algún escombro, ellos le dijeron que sí, pero no lo hicieron. Cuando picaron en aquella piedra también rezaron mientras la veían caer sobre el falso techo.
Lo que no sabía ninguno es que aquella piedra no tenía fe; no conocía nada más que aquel tejado y había soportado sobre ella, días de lluvia, días de sol y cagadas de toda clase de aves; ahora que era libre quería ver qué era lo que había guarecido.

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