El gigante se creía el más alto,
fuerte y rápido del mundo, nadie había visto a nadie como él. De repente, de la
noche a la mañana, un visitante vino a su pueblo. El gigante lo miró y lo
remiró, en cierto modo era alto para los de su especie, pero ni era tan alto,
ni tan fuerte, ni tan rápido como él. Aquel
visitante miró asombrado al gigante y le dijo:
¾
Yo creía que era el más alto, fuerte y rápido
del mundo pero veo que no es así.
A lo que el gigante dubitativo
respondió.
¾
Si tú pensabas eso puede que a mí me suceda lo
mismo y haya alguien más grande que yo.
El visitante se tomó unos
momentos para reflexionar y le contestó.
¾
Puede ser, pero como tú solo hay uno, al igual
que yo.
¾
Tienes razón, le dijo feliz el gigante.
Contento le dijo adiós al
visitante; se sentó en su gigante silla y pensó todo lo que desconocía y aún le
quedaba por conocer.
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