Datos personales

jueves, 12 de enero de 2017

La nube y la lágrima


Estancado en el olvido
de un lugar sin recuerdos,
de un lugar sin nada que apreciar;
yo camino y observo,
yo me siento y presiento
que una lágrima va a caer
de un pájaro triste por un amor perdido,
de un árbol que vivió demasiados otoños
y apenas recuerda las hojas que habitó en sus ramas,
de un perro que olfatea el hueso perdido,
de un gato que gastó su séptima vida por una bola de pelo,
de un ratón que no conoció a aquel hambriento gato
y del halcón que ahora sabe que gracias al triste minino ahora tiene cena.
Y lo observo y lo medito,
y lo reflexiono y no lo entiendo;
si aquella nube se fue hoy
jamás se volverá a parecer a lo que ayer
imaginé;
un pájaro con su amada,
un árbol frondoso y colorido,
un perro con su hueso,
un gato y una asquerosa bola de pelo,
un ratón desgraciado que al final conoció al gato
y un halcón hambriento y sin cena.
Y me levanto y camino
y ando y miro,
canto y salto
pensando en la palabra
con la que acabare este…

RJHR (imagen pixabay)

lunes, 9 de enero de 2017

El nuevo inquilino

Acurrucado como una bola de lana veía la gélida noche pasar; la caldera, el calor humano y las carantoñas era lo que necesitaba, nada más. Siempre era bueno sentirse el rey de la casa. Era un gato, una mascota, pero era quien más desvelo creaba en la casa, hasta aquella gélida noche, unos aullidos, unos lastimeros aullidos perturban tan plácido descanso. El amo se levanta y va raudo a la puerta, se encuentra a un hambriento y solitario perro, raquítico como un alambre, triste como una luna sin estrellas. El amo lo consuela y lo seca con la más cálida de las mantas, lo mira con ternura y le dice: No volverás a pasar frío, no volverás a pasar hambre. Tras decirle estas palabras le ofrece la mejor de las latas del señor bigotes; el hambriento perro se lo come raudo y con el gusto aún en el paladar mira al hombre y le suelta su mirada más tierna, la de mayor agradecimiento. El hombre cae rendido a sus patas y le ofrece un recital de carantoñas, mientras el señor bigotes mira perplejo la escena sabe que a partir de ahora andarán los dos como el perro y el gato.

Relato para ENTC (imagen pixabay)

El predicador de la nada



Parado en el banco miro y me santiguo
pero camino.
El mercado está atestado de rumores y bacaladillas pasadas,
huele tan mal lo uno como lo otro;
la diferencia que uno se pudre por muerto y lo otro por maldad.
Continúo y me santiguo,
saludo a  los niños y a los ancianos
a los niños los trato de usted
a los mayores de tú,
los primeros albergan aún el anhelo
de un mundo más justo,
los segundos hace años que ya se rindieron.
Subo la cuesta de aquel pequeño monte
se respira el aire puro de veinte vertederos ilegales,
todos controlados,
todos censurados por las autoridades
cuando arden ante los medios.
Contaminación y alimentos mutantes
todo una alegría para las multinacionales;
se etiquetan como naturales y los vendemos,
pues no es natural que a un tomate
le salgan dientes con aquel líquido amarillento;
¿qué soltó aquella central nuclear que hace años
dijeron que iban a clausurar?.
Y sigo y me santiguo,
y me santiguo y sigo,
camino y bendigo cada parte
de todo este desmadre
pues yo soy parte;
soy víctima,
culpable,
cómplice
y testigo
de esta historia llamada tierra,
de esta historia llamada humanidad. 

RJHR (Imagen pixabay)