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lunes, 9 de enero de 2017

El nuevo inquilino

Acurrucado como una bola de lana veía la gélida noche pasar; la caldera, el calor humano y las carantoñas era lo que necesitaba, nada más. Siempre era bueno sentirse el rey de la casa. Era un gato, una mascota, pero era quien más desvelo creaba en la casa, hasta aquella gélida noche, unos aullidos, unos lastimeros aullidos perturban tan plácido descanso. El amo se levanta y va raudo a la puerta, se encuentra a un hambriento y solitario perro, raquítico como un alambre, triste como una luna sin estrellas. El amo lo consuela y lo seca con la más cálida de las mantas, lo mira con ternura y le dice: No volverás a pasar frío, no volverás a pasar hambre. Tras decirle estas palabras le ofrece la mejor de las latas del señor bigotes; el hambriento perro se lo come raudo y con el gusto aún en el paladar mira al hombre y le suelta su mirada más tierna, la de mayor agradecimiento. El hombre cae rendido a sus patas y le ofrece un recital de carantoñas, mientras el señor bigotes mira perplejo la escena sabe que a partir de ahora andarán los dos como el perro y el gato.

Relato para ENTC (imagen pixabay)

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