Por fin lo había
logrado, estaba en las olimpiadas, pensé alegre mientras recibía la paliza de
mi vida. Estaba compitiendo contra el que sería seguramente el medallista de
oro en boxeo, pero debía aguantar el tipo, así lo había planeado. Un derechazo,
mandíbula; un gancho y a volver a besar la lona. Era normal, era la primera vez
que boxeaba, había sobornado al que iba a venir en mi lugar; pero debía
levantarme, debía continuar. Seguía recibiendo golpes, mientras la gente
gritaba que pararan el combate, pero yo debía continuar; todavía no era el
momento.
La delegación de mi
país no se explicaba como tenían un boxeador tan malo y fueron a pedir explicaciones
a mi entrenador; él sólo les decía que el contrincante era muy bueno y qué se
le iba hacer, al menos se demostraría que sabíamos aguantar los golpes; por si
no lo sabíais a él también lo había sobornado.
Llegó el último asalto;
tras darme un certero derechazo en toda la cara, me desplomé en la lona y no me
volví a levantar. Tumbado, esperé a que llegaran los sanitarios y me llevaran
al hospital; allí escaparía, no volvería a mi país, por fin sería libre.(Relato para ENTC)
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