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lunes, 13 de abril de 2020

Confinado

Sentado en el balcón
arrullo al viento,
que acaricia mis brazos.
Le susurro con calma
palabras de aliento
a un corazón desangelado.
Siento sus lágrimas 
en forma de lluvia
que caen sobre mí.
No le dejo solo,
no le suelto 
ni un momento,
siento su pena 
como si fuera mía.
Surca las calles desiertas,
buscando gente 
a la que acariciar el alma.
Oye asustado las sirenas
y golpea las ventanas 
de los hospitales 
abarrotados de gente,
viendo como ángeles de verde 
corren sin descanso;
intentando
llegar a todos lados. 
Y él, sin entender nada,
se enrabieta como un niño.
Sin saber porqué,
sin comprender el motivo.
Y yo le arrullo,
y le consuelo
y le susurro que algún día
volverá acariciarnos.
(Imagen Pixabay) RJHR

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