Tras un duro día se
recostó en su sillón de piel, mientras lo acariciaba pensó lo que le costó
tapizarlo; cómo gritaba el humano, recordaba entre carcajadas. De repente pasó
un gato, negro como su alma; él le golpeo con la mano, ve a otro a darle mala
suerte, le dijo con mirada maliciosa. Miró al suelo y vio los cadáveres de sus
víctimas; tenía hambre, se respondió. Miró por el ventanal y vio a niños
disfrazados de él, pidiendo chucherías; sin darse cuenta brotaron lágrimas de
sus ojos, y se preguntó, ¿por qué tengo que ser yo el malo?, no encontró
respuesta.
(Imagen Pixabay) ( Relato para monstruoscopia)
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