Datos personales

viernes, 4 de noviembre de 2016

Adiós arroyo, le decía el oso



Tedioso era ser uno oso
y eso que era bien soso,
caminando cansado
se dirigía al arroyo;
apesadumbrado y abrumado
vio que no había más osos,
ni siquiera peces,
ni salmonetes.
Solo había misteriosos
tipejos, todos con cañas,
y cestas rebosantes de pesca.
Intentó asustarlos,
con sus garras y sus dientes
pero no recibía más que risas
y aplausos.
¿Es qué me han tomado por un circense?,
pensó el oso,
¿a caso soy un payaso?,
mirando de arriba abajo
diluyó tamaña idea.
Será que no me han entendido,
asumió extrañado;
se levantó
y soltó un fuerte gruñido,
pero lo único que consiguió
fue que le echaran alguna foto.
Sorprendido posó
y pensó ¿de dónde salió
esta gente?.
Vio que volvía a la cueva
sin probar bocado
de tan suculento pescado
y tomó por cuenta su última idea,
que no era otra que tumbar
de un manotazo a tan particular
gentío.
Miró a su víctima,
un hombre enclenque y refinado
pero que tenía un montón de pescado,
de un ligero golpe lo tumbó
y cayó al suelo desplomado,
no sin antes escucharle decir
que no le había dado tiempo a grabarlo.
Abrumado, el oso decidió volver adentrarse
al bosque, era mejor morir de hambre
que seguir en este mundo de majaretas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario