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viernes, 28 de octubre de 2016

Soy vida, soy muerte

Canté las canciones
de mis antepasados,
pero no las conocía.
Anduve por las piedras
por donde se derramaron lágrimas
de personas que lo perdieron todo,
pero aún así creyeron.
Sentí el dolor en mi pecho
de una caliente bala
que hace años fue disparada;
sentí el dolor en mi cara,
de un puñetazo desconocido
que fue infringido
en la intimidad de un infierno,
llamado hogar;
sentí las lágrimas
en la cara, de un niño
que no entiende
por qué es refugiado;
sentí la acuciante hambre,
de una tierra seca
por la avaricia humana.
Y proseguí mi camino,
mirando vastas praderas
que ahora solo
son toneladas de arena.
Sentí en mis manos la hierba,
la rocé y noté la humedad
de su vida.
Posé mis manos en las flores
y sentí los dedos en el polen;
polen que fertiliza la tierra,
polen que vuela
globalizando la tierra.
Miré desde lo alto
de un árbol
y sentí que en su estática vida,
su sabiduría fue creciendo
al igual que los anillos de su alma.
Miré a los pájaros volar
y vi el deseo imperturbable
del ser humano en querer
alzar el vuelo.
Miré al tiempo y vi que solo
soy uno de sus muchos segundos,
de sus muchos minutos,
de sus muchos años
y de sus imparables siglos.
Sé que soy vida,
sé que soy tiempo
y sé que soy muerte.

(Imagen Pixabay)


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