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sábado, 11 de febrero de 2017

Despedida de un poeta


Quemé mis poemas,
quemé mis palabras
e incineré mis letras.
Lloré por los sonetos
que dejé en el desván de mi memoria,
lloré por los versos que dejé en la cuneta.
Hice las maletas y dejé de lado
todo rastro de poesía,
todo rastro de libertad poética.
Acallé a mi alma y a mi corazón
renuncié a toda sinalefa mal compuesta,
decidí marcharme y no mirar atrás.
Caminé y caminé
y oí pero no escuché;
me gritaron, me suplicaron
las voces de mi cabeza,
las letras que dominan mi imaginación,
pero las rechazaba, las rehuía.
La cabeza me dolía,
el corazón me palpitaba de manera
angustiosa, de manera azarosa,
me pedía que vomitara las letras,
que liberara mis ideas,
pero me tapé la boca,
me tapé las orejas
y con el leve movimiento de los párpados
le dije a la poesía adiós.

(imagen Pixabay)

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